Aportes en clave de Sustentabilidad: agua, clima y territorio

 

 Repetimos de manera inconsciente  la palabra “sustentable” o “sustentabilidad”;  cuestión que debe ser valorada positivamente, pero atendida a con rigor.  Es un concepto que nos refiere a procesos en dónde intervienen variables que van desde los componentes físicos y químicos del medio natural, pasando por procesos de organización, sociales y políticos, hasta las formas de maniobrar en el mercado integrado, diverso y desigual.

La sustentabilidad es una concepción que cada día toma más fuerza dentro del lenguaje y ya hace parte del discurso político de los “hacedores de políticas”; esto porque de un lado, sincroniza las acciones gubernamentales con las necesidades de los modelos económicos que presenta en panorama mundial;  y de otro, en un sentido altruista, es un concepto que sin lugar a dudas busca el bienestar humano con ‘orden’ y en equidad con el medio ambiente.  

Los gobiernos de los ‘estados responsables’ en términos ambientales, es decir, los gobiernos que han obrado desde la planificación y han hecho serios ejercicios de prospectiva, se han caracterizado por hacer uso de manera más o menos coherente del concepto sustentable y de lo que significa su uso e implementación.  Suecia, Noruega, Dinamarca e incluso los Estados Unidos, quien creó en 1970, la  Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA., son algunos ejemplos.      

Una de las tantas preocupaciones de la agenda internacional para el ambiente y para el desarrollo sustentable, es la forma como las políticas públicas internas, deben abordarse y cómo estas se coordinan en el escenario internacional: seria, coordinada, coherente y responsablemente, ojalá bajo el paraguas de la ‘responsabilidad compartida’, principio que la Asamblea General de las Naciones Unidas presentó en 1998 en clave de  política mundial contra las drogas, pero que con el tiempo ha sido adoptada en otros escenarios, como lo hace y aún lo debate la agenda de Cambio Climático. 

El  Informe de Desarrollo Humano,  “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”, que entrego el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 2013,  el mes de marzo pasado en ciudad de México, contiene unas variables, que señalan la complejidad del asunto de la sustentabilidad y de medio ambiente.  El informe presenta unas tasas de afectación a lo que consideran las variables para medir el medio ambiente: las fuentes de energía primaria, la emisión de gases, los recursos naturales -agua dulce, reservas forestales, tierras agrícolas, agotamiento de los recursos y especies amenazadas- y los impactos por desastres naturales: es decir, Todo  

Sin lugar a dudas estas variables son realmente complejas y cada una de hecho, tiene múltiples foros nacionales y multilaterales de discusión; sin embargo un asunto que está presente en todas las mencionadas, es el uso y el acceso al agua dulce. El recurso hídrico es un elemento transversal a todas.   

La mayoría de estudios y políticas, en especial en América Latina y el Caribe, dentro de su bienvenido intento por generar ‘políticas responsables’, han considerado que el ordenamiento del territorio -OT-, es determinante para lograr equilibrio ambiental y modelos sustentables. El profesor Colombiano Ángel Massiris (2012) explica que “se ordena el uso y la ocupación del territorio en cuanto a la localización de las actividades económicas, las infraestructuras y la población, y se establecen las áreas de protección, conservación o recuperación de ecosistemas según su valor paisajístico, ambiental o cultural”.  A esta perspectiva, recientemente se propone incluir otro elemento: el OT debe hacerse con base en el ordenamiento las cuencas hidrográficas porque de ellas depende en gran medida el uso sostenible de todos los demás recursos. Se justifica tal postulado, en que el agua es tal vez el recurso más escaso y del cual la vida humana y la mayoría de los otros recursos dependen para existir.

A pesar que América Latina no es comprendida a nivel mundial, como una región con ‘estrés hídrico’ (cantidad vr. calidad),  si existen regiones como la Guajira Colombiana, el sur del Perú, norte de Chile o región del Cuyo en Argentina, en dónde el nivel de precipitaciones anuales no es suficiente para obtener el balance hídrico (entrada y salida de agua en una cuenca)

Adicional a lo anterior, el informe entregado la última semana de septiembre de 2013 en Suecia por el grupo de expertos de la Panel Intergubernamental de Cambio Climático –IPCC-, el calentamiento global es un hecho y se asume que el 95% de este es consecuencia de la acción humana;  en línea con lo anterior, el caudal de los ríos menos generosos, se pueden ver disminuidos; por ejemplo, se espera que en 20 años los ríos de montaña, se disminuyan 12%, esto por el menor volumen de precipitación en zona de glaciares; y finalmente, el crecimiento poblacional y la contaminación agravarán la situación.  Todo ello sumado a ausencia de gestiones de gobiernos responsables, el escenario es bastante adverso. 

Es por esta razón que se necesita con urgencia un trabajo coordinado, para el ordenamiento del territorio con perspectiva hídrica -de gestión sustentable de agua- y con un enfoque de adaptación al cambio climático.  Así como comprendemos la trilogía de la sostenible (1972), sociedad ambiente y economía, debería comprenderse la trilogía para incrementar lo sustentable: agua, clima y territorio.

Hay que salir de los marcos conceptuales que emiten los científicos, que de hecho son el gran aporte y transportarlos a la esfera de lo público.   Los instrumentos están dados, entre otros,  por la ciencia, por la cooperación técnica internacional, por la angustia creciente de compartir experiencias entre países y regiones, por la escasa pero enlistada educación ambiental y por la necesidad gubernamental de encarar el asunto.  Sobre este último,  el esfuerzo mayor debe estar dirigido a la obligación que tiene los gobiernos a ser responsables, tener claridad, ser transparentes y más contundentes en las acciones.  Un asunto tan complejo e invaluable como lo es la ‘sustentabilidad’, no puede dejar espacio a errores técnicos o conveniencias políticas.

Pdta: al día siguiente encuentro este artículo de opinión http://www.elespectador.com/opinion/cambio-climatico-banco-mundial-y-fondo-monetario-columna-452543

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