¿Políticas para el cambio climático o el cambio climático para hacer política?
Todos los
esfuerzos que los gobiernos y los organismos multilaterales promuevan para reducir
emisión de gases y aumentar las finanzas para el clima, son ganancia. El último informe del Banco Mundial anuncia
que el aumento de 1.5 grados en la temperatura, aumentará en 30cms el nivel del
mar, aumentarán las sequias y el 90% de
los arrecifes de coral estarán en riesgo de extinción (BM, Noviembre de
2014). Así mismo el costo para adaptarse
a ese aumento de la temperatura, se estima que pasará de USD16.800 millones de
dólares anuales en 2010, a USD 21.500
millones de dólares en el 2015. Sin
embargo, existen algunos asuntos que vale la pena mencionar para que esos esfuerzos
se maximicen y sobre todo, se le gane la carrera al tiempo.
En primer lugar,
es importante que los tomadores de decisiones y/o los funcionarios públicos
responsables de gestionar y movilizar la política ante los gobiernos sub-nacionales
o gobiernos locales, estén muy bien capacitados
desde lo técnico, para que sean precisos en las acciones y asuman su rol con
responsabilidad; de otra manera no harán aportes a la construcción de políticas
reales de mitigación y de adaptación a las consecuencias del cambio climático.
Muchos fueron
los encuentros que se realizaron en varios países de ALC, previos a la
Conferencia de las Partes que inicia el Lima la primera semana de Diciembre de
2014; vale la pena enfatizar, que por tercera vez la conferencia de las partes número 20, se reúne en un país de
América Latina. Hecho que deja en claro
el papel fundamental de al región como proveedor de recursos naturales, de
agua, de aire limpio y de energías alternativas y así mismo, señala una buena
oportunidad para negociar en beneficio propio y por supuesto de los habitantes
del resto del planeta.
Sobre este
asunto llama la atención, que pocos meses antes de la COP20, previa a la COP21 en Paris 2015, sorpresivamente
algunas agendas locales manifestaron su intención de participar en Lima; bienvenidos
sean todos a la construcción colectiva de una agenda climática que vigile los intereses
de los países y de las poblaciones más vulnerables. Sin embargo aún queda mucho por recorrer y
dentro de ese camino, es indispensable e incuestionable enfatizar, que los
delegados que participarán en Lima, deben actuar como delegados de procesos de diálogos
locales, regionales y nacionales; esto, para evitar que la vieja industria que
genera este tipo de eventos sea la ganadora: el turismo climático.
En segundo
lugar, y tomo como ejemplo el III
Diálogo Regional sobre las finanzas para el cambio climático, que se llevó a
cabo en Octubre de 2014, convocado por la Secretaría de Ambiente de la Nación
Argentina, dejó entrever la necesidad de continuar buscando recursos para el
financiamiento de planes y programas a mediano y largo plazo, y la dificultad
que acarrean las negociaciones para ensanchar dichos los fondos para el clima; sin embargo de nada servirán los recursos económicos,
si los gobiernos de la región no se comprometen a fortalecerse institucionalmente. Y esta tarea tiene un alto incentivo y
motivación endógena, sin desconocer la necesidad de buscar financiamiento
internacional para este fin.
Además de la
búsqueda de recursos, es cuestión de aplicar
la trillada frase utilizada por muchos actores del medio: la “voluntad
política”. Dos palabras que se usan mucho para salirle al paso o para hacerle
el quite a las cuestiones urgentes de la administración pública. El clima necesita de la ‘voluntad política’ de
gobernar para un futuro más seguro, eficiente y democrático y no de la ‘voluntad
política’ para la elección del periodo
siguiente a costa del discurso del cambio climático.
Es posible que
la ‘voluntad política’ ayude a aumentar los recursos para el clima y por el
camino, a fortalecer la capacidad negociadora de quienes asistirán a las
conferencias.
Artículo relacionado: http://blogs.iadb.org/Ideasquecuentan/2014/12/08/la-politica-bajo-nubarrones/
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