Los desafíos de los movimientos de paz frente a la inclusión de la perspectiva de género


La tesis que Indepaz ha sostenido durante los últimos años, es que debe existir un aporte a la construcción de la paz, como proceso de transformación democrática y social y un aporte a los diálogos y soluciones negociadas. En los dos escenarios, necesariamente está contemplada la participación de hombres y mujeres, es decir, debe estar inmersa la perspectiva de género.
En este sentido vale la pena enunciar uno de los aportes más significativos que hace informe entregado por la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona en marzo de 2008 que dice que “la participación de las mujeres en los procesos de paz es casi inexistente”.

Las cifras:
- En 33 negociaciones en 20 países, muestra de 280 personas de las cuales 11 son mujeres, es decir el 4%

- Las mujeres que trabajan en centros de investigaciones sobre paz, de 434 personas, el 47% son mujeres
- Miembros de grupos armados: entre el 20% y el 40% son mujeres, pero los “órganos de poder están en manos de hombres”.
- Según la resolución 1325 de octubre de 200 por el Consejo de Seguridad de UN, se instó a aumentar el número de mujeres en la gestión y solución de conflictos. Al final del 2007, de las 57 personas designadas por el Secretario General, solo 3 eran mujeres, es decir el 5.2% (Liberia y Sudán)

De otro lado y con base en los principios de la democracia participativa enunciados en la Constitución Nacional, la Federación Nacional de Municipios presenta unos datos poco alentadores al respecto. Antes del proceso constituyente del año 1991, de 1028 municipios, solo 56 fueron gobernados por alcaldesas es decir el 5.5%. Cifra que no aumentó como se esperaba, con la nueva Constitución, la creación y la presunción de igualdad de género en instancias de decisión y poder, pues en el año 2008 de los 1097 municipios, de los 940 que entregaron informes a la Registraduria, tan solo 67 son gobernados por mujeres, cifra que corresponde al 7.1%. (Federación Nacional de Municipios: 2008)

De lo anterior se plantea una pregunta: ¿De qué forma se está implementando la construcción de paz y desarrollo con perspectiva de género, si en las estructuras básicas del Estado, como lo son los municipios, tan solo participan 67 mujeres?

Las mujeres en Colombia, desde un poco antes de la Asamblea Nacional Constituyente lograron generar espacios de debate y movilización alrededor del derecho fundamental a la paz. Se crea la Red Nacional de Mujeres en el año 1991; La Ruta Pacífica de mujeres en el año 1996 e Iniciativa de Mujeres por la Paz en el año 2001. Con estos ejemplos, se evidencia que las mujeres de los sectores demócratas del país le apuestan a la construcción de paz y de democracia. Pero ¿de qué manera han incidido para modificar las relaciones de poder en la toma de decisiones en todos los espacios democráticos?

Con esto es necesario decir, que la participación de las mujeres no solo requiere de la solidaridad y el acompañamiento a los espacios de movilización a favor de la paz que ellas generosamente convocan y generan. Ejemplos de estos hay mucho, Operación Sirili, madres de la Candelaria, Asfaddes entre otros muchos. La participación de las mujeres requiere de equidad en la construcción de agendas sustantivas de paz desde lo local hasta la nacional y desde lo institucional hasta no gubernamental. Requiere de equilibrio de poder político y económico, incluyendo la redistribución de la riqueza y la tierra. (Ver documento anexo, Mujer y Territorio, Indepaz junio de 2008).

La efectiva participación e incidencia de las mujeres en la construcción de ciudadanía en beneficio colectivo debe partir de la transformación de poderes, de la inclusión de más mujeres en los partidos políticos, en las instituciones del Estado, en las Universidades, en las mesas de diálogo y negociación, en los consejos territoriales de planeación. En fin, el papel de las mujeres como actoras políticas debe ser real y no invención. El papel de las mujeres debe ser tangible en los espacios de decisión de políticas públicas, que en últimas son los mecanismos para garantizar los derechos humanos.

Los eventos de los últimos meses nos demuestran que el papel de las mujeres en un país en guerra, puede beneficiara la guerra y a la paz. En Colombia la Yidispolitica contrasta con la obstinación de Piedad Córdoba. Pero de otro lado, se sostiene una guerra contra las miles de Karinas, y a su vez nos llena de esperanza la exigencia por la libertad de Ingrid y todos y todas las demás personas secuestradas.

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