Todo tiempo pasado no fue mejor

 
En los últimos meses se ha hecho imposible dejar de lado en las conversaciones de café,  algunos asuntos que  son relevantes no por hecho de ser anunciados por los medios de comunicación de todo el mundo, sino por la trascendencia política y humana que adquieren.     Hablamos de las movilizaciones multitudinarias que recibe la puerta del Sol, la catástrofe económica de Grecia y las protestas de los estudiantes en Chile y recientemente, en Colombia.  

Lo que ocurre hoy en Colombia y en el mundo, no ocurría hace más de dos décadas.  Al parecer tiene mucho sentido y aún más cuando día a día la movilización mundial toma más fuerza.  Resalto la movilización en Colombia, por ser este un país en donde la protesta social quedó limitada conceptualmente entre el comunismo y el terrorismo y adicionalmente por ser el único país en América Latina en donde las balas parecen tener más poder que las palabras. 

Llama la atención a propósito de los acontecimientos y bajo una simple mirada retrospectiva, que los jóvenes que vivieron la década de los 90 en Colombia,  por desgracia estuvieron sumidos en las tramas de un conflicto armado agonizante y con la frustración de terminar la guerra por medio del dialogo, muy a pesar de las ‘paces’ de los 90;  estuvieron perdidos en las redes abominables del narcotráfico, de la barbarie y de la falsa ilusión de la apertura a la economía mundial.  Con esto, la generación de los años 90’s, aprendió a convivir con el crimen, con la ausencia de justicia, con la desigualdad y sobre todo, con el miedo.  Esos fueron los años del silencio, que por temor o por comodidad, se prefirió la plata fácil, se acostumbró a ver por televisión los horrores del terrorismo de la guerrilla, los paras y los mafiosos, se enseñó a los simulacros de evacuación que los colegios privados obligaban a hacer a los niños y niñas en caso de emergencia (bomba) y a permitir en el paisaje urbano, las caravanas de camionetas que no se sabía si eran de los ministros o de los traquetos.   Estos hechos de violencia, seguramente le impidieron a esta generación, entender, pensar y creer en algún proyecto político diferente a la “Revolución Pacífica”, al “Salto Social” o al “Cambio para construir la paz”.   Los informes del CINEP señalan que durante la década de los 90, las movilizaciones de todos los sectores sociales en todo el país disminuyeron considerablemente, comparadas con las movilizaciones de los años 70 y entrados los 80. 

Sin embargo y con gran optimismo, en este país,  uno de los que presenta mayor índice de muertes violentas en el mundo a razón de los múltiples conflictos armados por los múltiples intereses, de los múltiples actores legales e ilegales, la generación que nació en esos años de oscuridad democrática y política, es ahora quien abandera la resistencia.  

Y no significa que las condiciones para la protesta social en Colombia hayan mejorado.  Al contrario: lo que ocurre en el país es un hecho político contundente, pues en la mitad de la guerra, en donde la polarización y los radicalismos son pan de cada día, salir a la calle a defender un derecho se constituye en un acto de invaluable fortuna.   Como bien lo señaló uno de los representantes del MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) “los estudiantes no solo defienden el derecho a la educación, defienden ante todo el derecho a la Vida”.

Lo que ocurre en Colombia es consecuencia de algo mayor que se ha venido cocinando desde afuera.  El 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera del 2008 son hitos en la historia que denotan la necesidad de cambios radicales, en las políticas económicas y sociales del  sistema mundial y sobre todo de la democracia.   
Afortunadamente llegó la primavera árabe y los indignados en Europa se despertaron.  Gracias a estos, hoy existen miles de indignados en muchos países del mundo y muchos de estos, están en Colombia, no solo reclamando dignidad para los estudiantes, sino reclamando espacios para la construcción colectiva de mejores normas y condiciones para los trabajadores, para los campesinos, para las mujeres.   Es un buen momento para declarar la indignación hacia la guerra y reclamar el derecho a la paz.  Ese es para todos.    

Comentarios

  1. Es interesante ver la movilización de los estudiante, que no se sentia en la region hace años, también refleja lo argumentado por Huntington al considerar a los estudiantes como un grupo de oposicion frente al sistema, sin embargo, es necesario analizar la supervivencia de este tipo de movimientos, dada a partir de la creación de capital social, el cual evita caer en dilemas tales como el del prisionero (teoría de juegos) donde como lo expone Russel Hardin, que […muestra que el esfuerzo individual para satisfacer los intereses individuales imposibilitará su satisfacción; si el bien colectivo no es provisto, el miembro individual no recibe el beneficio que habría excedido al coste individual de ayudar a la consecución de ese bien para todo el grupo”. Es decir, bajo el supuesto del metodológico del egoísmo, el individuo defrauda, lo que mina la confianza social y hace surgir uno de los dilemas de la acción colectiva, en donde el individuo participa en tanto hayan suficientes individuos participando en la acción.

    En medio de esta gran ola de revoluciones sociales que azota los puertos globales por estos tiempos, el gran desafío para generar un cambio real, permanencia que les permita fortalecerse, construir redes y estructuras de soporte y crear agendas sustantivas para el cambio, para que no solo se conviertan en un movimiento más de primavera que se disperse al entrar el otoño.

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  2. Que interesante viaje por el tiempo, y claro no es para menos cuando este ha sido recorrido por la vista instronspectiva de lo académico y lo polémico hacia lo raquítico socio-político (vivencia).

    Un verdadero reencuentro con verdades amargas en Colombia. La foraneidad es quizá ahora el aliciente para que las nuevas generaciones se alimenten de esa globalización del pensamiento. Hacerle frente, desacalambra las voces,volver a elevar el puño; por que las palabras también han sido secuestradas en algunos gobiernos con señalamientos y la matriculación gratuita a grupos ilegales, amalgaron por algunos tiempos a la juventud la novedosa transacción de los mercados desde fashion hasta tecnology. A buena hora una reflexión de éste calibre en "todo tiempo pasado no fué mejor", trae a cuento los falsos designios para el futuro y los reencuentros en el presente a la hora de evaluar, con el "todo tiempo pasado fue mejor" Gracias es una muy buena entrega.

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