Primera etapa: dejémoslos negociar


Nota al pie de la foto: ¿Y dónde están las mujeres? 
El profesor Carlo Nasi en alguna conferencia en la Universidad, enfáticamente señaló que un proceso de paz es una larga tarea que puede tardar años, hasta décadas.  En ese sentido y de acuerdo a la teoría de la resolución de conflictos armados y con base en experiencias internacionales,  los anuncios  que realizaron el gobierno nacional de Colombia y las FARC durante los últimos días de agosto, podrían situarse en la primera fase de un proceso de paz. La culminación de una etapa exploratoria y el inicio formal de una mesa de diálogo que funcionará fuera del país.   

Al parecer en esta etapa existe compromiso y voluntad de las partes, cronogramas serios, equipos negociadores del alto nivel que representan los intereses en pugna -militares, territoriales y económicos-; un componente internacional valioso como es el acompañamiento de los gobiernos de Chile y Venezuela  y como garantes,  Cuba y Noruega.

En las alocuciones que anunciaron el fin de la etapa exploratoria, que inició en marzo de 2012 y que termina en la instalación formal de la Mesa el 8 de octubre en Oslo,  ambos actores mencionaron un componente relevante para las siguientes etapas del proceso: la participación de la sociedad civil. 

¿Y cómo será esa participación? Así como el proceso en sí tiene etapas, la participación social debe obedecer a este modelo.  Es claro que la sociedad civil no tiene ni debe tener una silla en la mesa en esta etapa,  por varias razones.  De un lado porque las partes no lo consideraron útil o necesario y porque seguramente en esta primera parte lo que se debe pactar es el cese de fuegos y de hostilidades.   Negociar en medio de fuego cruzado genera desconfianza no solo a los actores sino a quienes sufren la guerra en carne propia,  la población civil, quienes están en los territorios.

Una  posición maximalista nos invitaría a exigir a las FARC a un cese unilateral de fuegos como señal de su disposición al proceso;  pero la posición que tiene la guerrilla, conocida históricamente por sus acciones de guerra y los mensajes enviados a la opinión en agosto-12, señalan que posiblemente no será así, y que ese es precisamente el objetivo del primer acuerdo que la Mesa debe presentar al país lo antes posible: una declaración de cese bilateral de fuegos y de hostilidades.  
En ese sentido la ciudadanía y los movimientos sociales y políticos de corte demócrata y civilista,  deben presionar por medio de la movilización, comunicados, debates públicos y todo lo que esté a su alcance, para que cesen las hostilidades en todo el territorio nacional lo más pronto posible. 
La posición de la fuerza pública quizá es la mas complicada, pues debe seguir combatiendo  contra las FARC en los territorios, pero  también al sinnúmero de grupos armados ilegales que operan en el país gracias al mal concebido proceso de Ralito 2005,  que se llevó a cabo durante el gobierno de Uribe; y estas acciones pueden confundir las expectativas de la ciudadanía.   

El proceso mismo irá haciendo sus demandas a la llamada sociedad civil.  Por ahora es importante que la sociedad civil, organice y disponga sus insumos, que  haga debates regionales temáticos, que se dispongan infraestructura como los consejos municipales, regionales y nacional de paz, las mesas de jóvenes por la paz, la Mesa de Unidad Agraria, las propuestas que han trabajado durante años las mujeres, los debates académicos de las iniciativas de paz y de los grupos de investigación de las universidades etc.  Esta etapa inicial requiere que se presione la Mesa desde afuera por el cese de fuegos.  En esta etapa, dejémoslos negociar.

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