No violencia navideña




Pocos días después de la muerte del Señor Mandela,  en buena hora la guerrilla de las FARC en Cuba, anuncia una tregua navideña en el marco de la negociación de la paz de un conflicto armado interno de 60 años;  en el mismo contexto en nuestra querida Argentina, hay alertas de violencia en algunas provincias.   Parece que son aletas sistemáticas a la víspera de las navidades, pero que no dejan de causar preocupación dentro y fuera del país.

Lo que ocurre en Argentina, un país lleno de gente buena, con todas las posibilidades de lograr que todos sus ciudadanos vivan en condiciones de dignidad humana,  podría ser catalogado como una “oleada” de sospechas,  desconfianzas, incertidumbres sobre lo que serán los próximos dos años que le restan al gobierno de la presidente Cristina Fernández.  Y eso no está mal.   Lo que pasa en Argentina, pasa en todas las naciones democráticas del mundo en dónde los ciudadanos se ocupan y se preocupan por la política y se interesan por el bienestar de su país.   Opinar diferente, protestar,  manifestarse entre otras muchas formas de participación ciudadana, son instrumentos de construcción democrática no violenta, normal en sociedades que transforman sus conflictos para hacerlos mejores: mejores conflictos.    

Evidentemente la nación Argentina pasa por un momento muy importante en términos políticos,  en dónde, como lo determina la democracia, hay detractores y defensores de un modelo elegido. Sin embargo, de no atender con oportunidad y eficiencia estas manifestaciones de sospecha, inconformismo, desconfianza o lo que sea,  muy seguramente se transformarán, en violencias físicas o estructurales como lo señalan los teóricos de la escuela de resolución de conflictos y algunos casos de países que presentan violencia generalizada.  El profesor Galtung  escribió  en 2004 su libro “Trancent and transform” y el último párrafo de la introducción pone su sello: “Entre más amplio el espectro de soluciones, más alternativas hay a la violencia. Y esto es el punto principal si queremos prevenir el conflicto, que se desliza en la violencia: hay que usar el conflicto, como  energía para generar soluciones creativas” (Ver gráfico arriba)

Los desacuerdos internos entre gobernantes, empresarios, partidos, gremios y sociedad en general, deben ser tratados como un asunto de suma importancia en la agenda nacional y el mecanismo que recomiendan las experiencias de países que han pasado por situaciones similares,  es que se hacen mejores conflictos a través del diálogo.  De las polarizaciones sin diálogo, solo surge violencia.   Hay que escuchar a la oposición, hay que comprender las causas del conflicto y hay que activar las alarmas dadas por la cultura de paz, para que las olas de temor y desconfianza no sigan creciendo sino al contrario, se transformen en fuerzas para el bienestar colectivo, en propuestas, en ganar aliados a pesar de las diferencias económicas y de pensamiento político.

Una simple reflexión que parece necesaria, en un país en dónde es posible instalar el diálogo, para evitar treguas en el futuro.   Y bienvenida sea la tregua navideña en Colombia.  La paz se construye con gestos, y este es otro gesto de paz.

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